La transición hacia las energías renovables supone una transformación energética mundial con implicaciones geopolíticas y económicas.
Por: Valentina Álvarez, jefe de Comunicaciones y entorno.
Aunque el conflicto entre Rusia y Ucrania puede analizarse desde diferentes frentes, y con consecuencias devastadoras en términos humanos y materiales, existe un tema de interés para las empresas de ingeniería dentro de su proceso de diversificación de su área de influencia: la energía.
Las fragilidades en materia de seguridad energética de la Unión Europea (UE) han quedado al descubierto. Su dependencia a los combustibles fósiles rusos de petróleo y gas han profundizado el debate al interior de los países del Viejo Continente sobre la importancia de garantizar su autosostenibilidad energética.
Sin embargo, Europa no solo se verá afectada por esta guerra, sino también, el mundo entero a consecuencia de un efecto dominó. Lo anterior, sumado a la urgente necesidad de poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles, que emiten contaminantes atmosféricos que impactan al medio ambiente y a la salud humana.Por ello, la transición hacia las energías renovables supone una transformación energética mundial con implicaciones geopolíticas y económicas.
A esta carrera contrarreloj, que ha marcado el año 2050 la meta cuando se lograrán emisiones netas cero, cada vez se suman más participantes, públicos y privados, quienes, sin lugar a duda, reconfigurarán una descarbonización del mercado energético.
De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) “América Latina es la región con la producción de electricidad más limpia del mundo y con enormes potenciales de mantener esta posición por su potencial solar y eólico” (Hallack, Tolmasquin y Aiello, 2020).
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